Oskar tiene doce años y no es demasiado bueno en matemáticas.
Si se aplicara sabría que la existencia de los vampiros es matemáticamente imposible. Así lo han demostrado Costas Efthimiou y Sohang Gandhi, dos físicos de las universidades de Florida y de Cornell, respectivamente. Sostienen que es matemáticamente imposible la existencia de vampiros partiendo de dos supuestos: alguien se convierte en vampiro al sufrir su mordedura y un vampiro necesita chupar sangre humana una vez al mes -lo que implica que cada mes se duplica la población vampira. El resultado es que la vida -humana y vampira- sería imposible en la Tierra.
Es tan sencillo que hasta Oskar debería entenderlo: si la aparición del primer vampiro ocurriera el 1 de enero de 2015 -cuando hay unos 6.908.688 millones de humanos-, entonces el 1 de febrero habría dos vampiros; el 1 de marzo, cuatro; el 1 de abril, ocho; el 1 de mayo, dieciséis… y el 1 de diciembre de 2016 contaríamos 2.048 vampiros. Duplicándose su población cada mes, en 2017 serían 16.777.216 no-muertos. En octubre de 2017, el número total de vampiros ascendería a ¡8.589.934.592!, aunque no llegarían a esa cifra porque, mientras que la población vampira aumentaba geométricamente, la humana habría disminuido igualmente hasta extinguirse y no tendrían nada que chupar.
Pero Oskar es muy malo en matemáticas y no lo quiere entender. Quizá tenga que ver que hace poco se mudase a su edificio Eli, una misteriosa muchacha con la que comparte secretos e intimidades. La suya es una historia de soledades compartidas llena de ternura y romanticismo. Por eso Oskar no quiere ni oír hablar de matemáticas: porque Eli es una vampira.
Låt den rätte komma in o Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008) es una película sueca de terror y amor. Cuenta la historia de un niño de doce años víctima de acoso escolar que entabla amistad con una niña vampiro en Blackeberg, un suburbio de Estocolmo.